sábado, 17 de septiembre de 2011

Niños con chistera (lo bueno abunda)

Soy un niño y me encantan las chisteras. Creo que con esta óptima frase ya está todo dicho a la hora de describirse como personaje (una tarea en modo alguno estéril, cuando uno desea presentarse ante el ruedo dignamente). Todo tuvo un comienzo, una foto, un lugar, un sentido, y obviamente los sueños, sueños son, que decía nuestro Calderón. Pero bueno, sin mayores preámbulos, vayamos al lío: Un niño locuelo, risueño, sarcástico y pillín con chistera, es mucho niño. Creo que en eso estamos todos de acuerdo, lo cual no quiere decir que no tengamos homónimos en nuestro moderno mundo. ¡Nada de plagios! Hablo, como es natural, de un niño al que a veces vemos con chistera y con el que cierta naturaleza mía escondida se siente identificado: Ciel Phantomhive, un maravilloso niño victoriano que protagoniza junto a su demoníaco mayordomo el anime japonés Kuroshitsuji. A ver, a mí el anime me trae al pairo: no lo veo mucho, me cansa y en la mayoría de los casos me deja indiferente, pero no pude menos que tomarle simpatía a esta pareja variopinta de perros al servicio de Su Majestad Victoria de Kent, con ansias de venganza uno y de almas otro.  Una pareja que además descubrí por casualidad. Todo un logro del caos existencial, ¿no creen?


Y son una pareja deliciosa por muchas razones. Los dos son inteligentes, intrigantes, nobles y caballerosos, arrebatadores, bellos y tiernos a su modo. Se compenetran a la perfección, y de la lealtad de uno y de la férrea dirección de otro, extraemos gran goce estético. Esto queda aderezado por ese erotismo juguetón (y a veces descarado) de la factura japonesa, que en su segunda parte llega a unos límites algo dudosos. Sí: juguetón. No sé si me gusta, pero al personaje en cuestión nada le afecta semejantes licencias de libertino. Época victoriana, niño "con chistera" y mayordomo misterioso y lleno de recursos... ¿Qué más se puede pedir? Creo que, de hecho, al personaje se le puede sacar mayor tajada, quizás con leve toque de industria europea. Lo japo al final cansa (por lo menos a mí).

Lo dicho: vean a mi niño y a su viril y deseado mayordomo, porque les merecerá la pena. ¡Qué pareja tan adorable!

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